domingo, 15 de diciembre de 2019

La economía sumergida, ventajas e inconvenientes.


¿Puede llegar a ser buena para el Estado la economía sumergida?


Por regla general tendemos a pensar que la economía sumergida es, en cualquier caso, algo muy dañino para el Estado, para su economía. Sin embargo esto puede no llegar a ser así, y pasar de ser una laguna en la economía a algo más que beneficioso. Cabe matizar que no es aplicable a todas las economías, y que hay tener en cuenta el contexto económico, político y social del país que hablemos.

Lo primero es dejar claro unos conceptos.

La economía sumergida es el volumen total de dinero negro que circula en una economía, es decir, todo dinero que no ha quedado registrado por las autoridades competentes. Pero ¿qué beneficio puede sacar un país de que haya economía sumergida? Veamos un ejemplo en el que puede quedar más claro:

En primer lugar encontramos nuestro país como un ejemplo claro de las ventajas que puede llegar a tener la economía sumergida. Para ello cabe recalcar el peso real de esta economía (algo más del 17% según un estudio del Círculo de Empresarios), mercado negro que se sitúa entre los más altos de la zona euro, tan solo superado por Grecia e Italia. La cantidad total no declarada, según este mismo estudio, asciende hasta los 189.491 millones de euros. 
¿Significa esto que, de haber sido declarado ese dinero, la situación general del país mejoraría? Pues bien, repasemos unas ventajas e inconvenientes del mercado negro.
Las ventajas más claras no hacen alusión directa al Estado, pero sí a los otros dos agentes de la economía: las familias y las empresas. Por una parte las familias pueden llegar a productos más baratos (como por ejemplo evitando pagar el IVA) o llegar a ingresar un dinero sin pagar impuestos sobre este (como los trabajos sin contrato). Por otro lado están las empresas, quienes pueden abaratar costes (evitando declarar que dichos bienes o servicios han sido utilizados) o abaratar los precios de sus productos, haciendo a estos más competitivos, aunque por la vía ilegal.

Esto no significa, en ningún caso, que estas ventajas no representen, a su vez, un problema endémico para nuestra economía. Puesto que al no estar declarado o haber pasado de forma legal por el sistema establecido, el Estado no recauda el dinero que, de haber sido todo como está establecido, sí lo habría hecho. 
Por otra parte encontramos el problema de la competitividad, que afecta a las empresas y las familias. Por una parte las familias se ven en la situación de que compiten con personas dispuestas a trabajar sin un contrato completamente legal o, directamente, en negro. Esto hace que, inmediatamente, se reduzcan los salarios y aumente el desempleo. Por otra parte las empresas se encuentran que, de hacerlo todo de forma legal, no pueden competir al nivel de precios manteniendo el margen de beneficios que le conviene como empresa y, en muchos casos, esta competitivad desleal e injusta, arrastra a empresas locales o regionales a la quiebra o a malvender sus productos. 

En cualquier caso, la economía sumergida no es, necesariamente, algo malo de por sí solo y es culpa, en grandísima medida, por el exceso de burocratización del sistema, que lo vuelve menos ágil, menos competitivo.


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